Vivir las Premisas para Alcanzar las Promesas
- Andres Alvarez
- 12 oct
- 2 Min. de lectura

Muchas veces escuchamos hablar de las promesas de Dios y lo primero que viene a nuestra mente son bendiciones, milagros, respuestas o sueños cumplidos. Y sí, Dios tiene promesas maravillosas para sus hijos. Pero también es verdad que cada promesa está acompañada de una premisa, es decir, una condición espiritual que nos enseña a vivir conforme a su voluntad.
No se trata de un intercambio ni de un trato humano con Dios, sino de una relación basada en obediencia, fe y confianza. El Señor promete provisión, dirección, salvación y propósito, pero espera que caminemos con Él, que permanezcamos en Su Palabra y que guardemos Su enseñanza en nuestro corazón.
En la Biblia vemos este principio una y otra vez:
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” — Juan 15:7
Jesús no dice simplemente “pidan y recibirán”. Antes de eso, nos pide permanecer. La promesa llega cuando la premisa se cumple. No porque Dios sea un juez exigente, sino porque su deseo es formarnos espiritualmente antes de bendecirnos material o emocionalmente.
A veces caemos en el error de reclamarle a Dios lo que creemos merecer, o de intentar “ganar” sus promesas por medio de nuestros esfuerzos. Pero la fidelidad de Dios no se compra ni se manipula; se experimenta en el camino de la obediencia.
El salmista lo entendió así cuando escribió:
“Jehová es mi pastor; nada me faltará.” — Salmo 23:1
El “nada me faltará” es la promesa.Pero el “Jehová es mi pastor” es la premisa. Si Él realmente guía nuestra vida, si caminamos conforme a su voz, entonces no habrá carencia que pueda separarnos de su provisión.
Las promesas de Dios no se cumplen según nuestros tiempos, sino según su propósito. Y cuando aprendemos a esperar con paciencia, descubrimos que sus planes son más grandes y perfectos de lo que imaginábamos.
“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará?” — Números 23:19
Dios cumple su Palabra. Siempre lo hace. Pero en el proceso, también nos transforma.
Hoy te invito a reflexionar:
¿Estás esperando una promesa de Dios?
Entonces, pregúntate primero:
¿Estoy viviendo las premisas que la acompañan?
Cuando obedecemos, confiamos y permanecemos, el cumplimiento llega… no por exigencia, sino por amor.
Porque las promesas de Dios no se reclaman, se viven.








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